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¿Cómo se puede producir más con menos? Esta pregunta resume en pocas palabras uno de los retos más importantes para la agricultura del siglo XXI. Ahora en adelante, se deberán producir más alimentos para nutrir una población que alcanzará los nueve mil millones de personas en 2050. Pero también se tendrán que producir más fibras, más pienso y más biocarburante para sostener el desarrollo de la economía de los países emergentes.

Paradójicamente, los recursos básicos e imprescindibles para satisfacer la demanda de productos agrícolas como son las tierras cultivables, el agua de irrigación o los fertilizantes NPK son escasos o, aún más preocupante, empiezan a agotarse. Estos recursos que han permitido el crecimiento de nuestra civilización durante miles de años, han vuelto a ser objeto de tensiones geopolíticas crecientes y de conflictos armados locales. En este contexto, el acaparamiento del suelo (land grabbing), el déficit hídrico en el norte de la India o la especulación con el precio de los alimentos básicos (arroz, trigo, maíz, etc.) han empezado a poner a prueba la estabilidad de numerosos estados.

Contrastando con este panorama poco alentador, los progresos espectaculares realizados últimamente en el ámbito de las ciencias vegetales, de la genómica y la biotecnología verde, proporcionan un contexto favorable para el desarrollo de nuevas e innovadoras soluciones para la agricultura del siglo XXI.

Los conocimientos estructurales y funcionales adquiridos en modelos como Arabidopsis thaliana están facilitando el análisis y la comprensión del genoma de las especies cultivables. El desarrollo continuado de variedades optimizadas mediante una selección vegetal natural clásica y la preservación, caracterización y uso de los recursos vegetales existentes (biodiversidad), seguirán siendo de gran importancia para la obtención de variedades mejoradas y más productivas. Hay que tener en cuenta, además, de la existencia de técnicas que permiten la manipulación (transgénesis/cisgénesis), la modificación (mutagénesis), o la elaboración de novo (biología sintética) de todo o buena parte del genoma de las especies vegetales cultivables. El conjunto de estos conocimientos, sumado a un uso racional de las técnicas agronómicas modernas (agricultura sostenible, lucha integrada, uso sostenible de los productos fitosanitarios, etc.), pueden, potencialmente, solucionar los problemas relacionados con el aumento previsto de la población mundial.

El cambio de modelo y la necesidad de reinventar la agricultura del día de mañana, representan un conjunto de valiosas oportunidades para la creación de nuevos conocimientos y su posterior repercusión en prosperidad económica, en creación de puestos de trabajo y en ventajas competitivas para las empresas. Debido a su peso en la economía nacional la agricultura ofrece al conjunto del Estado español y en Cataluña en particular, un terreno único para innovar, patentar y desarrollar nuevas oportunidades de negocio. En el transcurso de las últimas dos décadas, Holanda, un país un poco mayor que Cataluña, se ha situado en un lugar pionero en el Polo Norte de la biotecnología y la genómica vegetal europea, y es actualmente el primer exportador mundial de semillas hortícolas.

Considerada durante mucho tiempo como la hermana pobre de la genómica humana, la biología vegetal es hoy en día un sector estratégico para el desarrollo futuro de la agricultura. Es ahora el momento para Cataluña de posicionarse y desarrollarse como el Polo Sur de la innovación en biotecnología y genómica vegetal. La existencia de una investigación académica de primer nivel, de empresas agrohortofrutícolas fuertes, así como la presencia de instituciones dinamizadoras y facilitadoras como Biocat serán piezas claves para la consecución de estos objetivos.

Dr. Xavier Berthet
Managing Director de Ninsar Agrosciences

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