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Los avances en biología sintética dibujan un futuro de la medicina absolutamente diferente al que conocemos hasta ahora. “Los doctores del futuro serán bacterias que habitarán en nuestro cuerpo”, ha explicado Víctor de Lorenzo, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC. Los nuevos conocimientos de la bioingeniería de los microorganismos que habitan en nuestro cuerpo harán posible diseñar microorganismos para dispensar fármacos, o la capacidad de reprogramar células madre y regenerar órganos y tejidos dañados por enfermedades.

Los expertos destacan que nos encontramos delante de una nueva revolución: la domesticación de microorganismos. De la misma forma que los seres humanos ya domesticaron los animales con la ganadería o dominaron la tecnología para producir energía. Según los investigadores la revolución de la biología sintética generará nuevos escenarios de crecimiento económico por su gran capacidad transformativa.

Algunas de las aplicaciones más destacadas de esta ciencia son el rediseño de bacterias para detectar y tratar células tumorales, la obtención más rápida de medicamentos como los opioides y otros contra la malaria, la producción de biocombustibles a partir de la bacteria E. coli que habita en nuestros intestinos, y la creación de microorganismos que coman petróleo para eliminar contaminantes ambientales como un vertido de petróleo.

Expertos nacionales e internacionales en biología sintética se reunieron el 17 y 18 de octubre en CaixaForum Barcelona convocados por B·Debate, Centro Internacional para el Debate Científico, una iniciativa de Biocat y la Obra Social “la Caixa”. Enric Banda, director del Área de Ciencia y Medio Ambiente de Fundación bancaria “la Caixa”, ha destacado la importancia de estos encuentros para “crear nuevas colaboraciones” entre diferentes centros de investigación.

Jordi Garcia-Ojalvo, líder científico de este B·Debate y director del Laboratorio de Dinámica de Sistemas Biológicos de la Universidad Pompeu Fabra, ha definido la biología sintética como “la ingeniería genética 2.0”. Esta disciplina va más allá de la modificación de un gen. Su objetivo es reprogramar organismos vivos para que hagan cosas que de manera natural no harían, y hasta crear vida artificial desde cero.

Por su lado, Ricard Solé, profesor de investigación ICREA y director del Laboratorio de Sistemas Complejos de la Universidad Pompeu Fabra, ha alabado el “gran potencial” de la biología sintética por la posibilidad que ofrece de saltarse barreras evolutivas si los investigadores consiguieran enviar las señales adecuadas a las células para que la maquinaria genética se ponga en marcha, por ejemplo para la regeneración. “La biología sintética está en la adolescencia, pero nos está enseñando cosas a una velocidad de vértigo”, ha resumido así los 10-15 años de historia de esta ciencia que ofrece la posibilidad de practicar ingeniería sobre la vida.


 

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