Bryant Lin: “No puedes encontrar una solución si no conoces bien la necesidad”
Director de la Clínica de Medicina Consultiva de Stanford
Bryant Lin dirige la Clínica de Medicina Consultiva de la Universidad de Stanford, donde sacia su curiosidad natural tratando de arrojar luz en casos médicos que han agotado las vías ordinarias. Antes de aterrizar en Stanford, este Doctor en Medicina por la Universidad de Tufts (Boston) se había formado en el Massachusetts Institute of Technology. Lin trabaja en Palo Alto (Silicon Valley), donde ha creado algunas start-up de dispositivos médicos.
La vida en Silicon Valley le ha empujado a crear negocios con facilidad y a no temer el fracaso. Pero estar rodeado de las empresas tecnológicas más poderosas del mundo no le hace apostar por la tecnología por encima de algo que considera primordial en medicina: hablar con el paciente. En el centro que dirige, la Clínica de Medicina Consultiva de Stanford, la base son las preguntas que conducen a dar mejores respuestas, a encontrar por fin diagnósticos. Para emprender, le gusta también el trabajo de campo. Este junio ha sido el keynote speaker de la nueva generación de emprendedores del programa d·HEALTH Barcelona, que apuesta por el conocimiento de la necesidad en primera persona. En la era de la tecnología y lo digital, Lin aboga por volver a lo básico: la humanidad.
¿Qué es la Clínica de Medicina Consultiva de la Universidad de Stanford?
Es una clínica de diagnóstico a la que suelen ir pacientes recomendados por otros médicos para que tengan una evaluación extensiva por síntomas sin diagnóstico claro. Es entonces cuando vienen a Stanford, buscando consejo, una mirada fresca, y aquí implantamos un proceso nuevo.
¿Es diferente por el método o por la tecnología que usáis?
En realidad es una mezcla de ambas cosas. El método es muy sencillo: nosotros pasamos mucho, mucho tiempo haciendo lo que los doctores hacían hace muchos años con el paciente: anotar detalles del historial, de lo que le pasa. Aquí, en España, pasa exactamente lo mismo que en Estados Unidos. Básicamente los doctores cada vez pasan menos tiempo con el paciente así que tienes que llegar a conclusiones muy rápido. Afortunadamente, la universidad me ha dado la oportunidad de pasar una media de 60-90 minutos con ellos, para hablar y para entender los detalles de sus síntomas. A menudo los pacientes que han ido pasando de un doctor a otro, que llevan tiempo intentando ser diagnosticados, empiezan a desarrollar una historia corta de lo que les pasa. “Me duele esto”, dicen. O vienen y te entregan una hoja con lo que les han dicho anteriormente. Y eso no es útil, porque ellos no saben si lo que omiten es importante o no. Yo no estoy atrapado en la misma mentalidad que los otros doctores así que necesito que me lo cuenten todo, extraer toda la historia.
¿Qué papel juega la tecnología en vuestra clínica?
Además de hablar, el segundo método que tenemos es más tecnológico. Básicamente, usamos multitud de herramientas que existen ya para clasificar diagnósticos. Son softwares basados en montones y montones de datos que, poniéndoles algunos de los síntomas, te da una lista de posibles diagnósticos. Lo común es fácil, claro, pero eso ya se les ha descartado a los pacientes. En estos casos puede ser algo que no hayas tratado antes o algo que, simplemente, no te viene a la cabeza. Los ordenadores no son buenos sacando información a la gente, entrevistándoles para que nos digan lo que queremos oír, pero sí son buenos para hacer una lista de enfermedades que podrían ser basándose en algún síntoma que yo habré escuchado en la entrevista e introduciré en el ordenador.
¿Cómo os influye estar en un clima tan innovador como Palo Alto?
Empecé en esto porque me llaman la atención los casos médicos interesantes, porque soy una persona curiosa, de corazón, y no porque esté rodeado de este clima. Pero es verdad que me gusta la idea de usar la tecnología así que la tercera parte del método es que tenemos un panel de expertos a los que podemos consultar y estamos desarrollando ahora un sistema que, con perdón por la comparación, es similar a esa columna de The New York Times, donde publican un caso y la gente puede comentar, incluso si no son expertos. Pues yo quiero hacer algo así para la comunidad médica. Trabajo para abrir este área de investigación participativa así como para dar a conocer nuestros resultados. A veces, ver casos similares ayuda en otros pacientes.
¿Sientes que estás democratizando la información médica?
Estoy simplemente mejorando la utilización de los datos dentro de un marco. Ahora la información está ahí pero es difícil acceder a ella. Mi idea es que todo el mundo que quiera pueda usar nuestro proceso.
Todas estas ideas recuerdan en cierto modo al design thinking que impulsan programas como d·HEALTH Barcelona de Biocat. Este mes de junio has hecho una keynote speech en la graduación de esta edición del programa. ¿Qué les dijiste a los alumnos?
Sobre todo les hablé de la empatía, que es algo inherente al design thinking y a la medicina, es algo humano: tratas con pacientes y no con seres anatómicos. De hecho, acabé hablando de la historia de uno de mis pacientes, que encontró la fuerza en sus últimos días de vida, para escribirme una carta de agradecimiento. Es un documento que siempre llevo y que releo cuando necesito saber por qué sigo dedicándome a esto, cuando veo que puedo perder el mundo de vista por asuntos de negocios, por ejemplo. ¿Qué es lo que debo recordar? Que estamos tratando a gente, humanos, y que no importa la tecnología, que por cierto siempre cambiará. La parte humana es lo que no debería cambiar nunca.
En el discurso de la graduación también hablé del pasado, presente y futuro de Silicon Valley, de cómo ha cambiado con los años. Honestamente, ha sido parcialmente a peor, especialmente en lo que tiene que ver con el venture capital para dispositivos médicos tradicionales por cambios regulatorios, pero también porque va por modas y ahora todo va de biotecnología y salud digital.
¿Es por eso que te gusta especialmente este programa, d·HEALTH Barcelona?
Exacto, porque saca el lado más humano. Te permite conectar realmente con los pacientes, independientemente de la tecnología y lo basa todo en la necesidad. No puedes encontrar una solución sin conocer bien la necesidad.
¿Una empresa puede innovar entonces desde un despacho, o sólo sobre el terreno?
Se puede, hay gente que sencillamente está programada de ese modo, pero es fácil entender mal la necesidad desde un despacho. Nosotros pensamos más en democratizar la innovación, que es educar a la gente sobre el proceso que debe seguir para innovar. Y uno de los puntos importantes del proceso es tener un equipo multidisciplinar pequeño: diferentes perspectivas nunca pueden hacer daño. Demasiadas perspectivas pueden suponer un exceso de datos que no sabremos procesar, por eso abogo por equipos pequeños multidisciplinares.
¿Qué te parecen los graduados de este año?
Nueve meses es un tiempo corto y aun así han hecho un gran trabajo hablando con la gente, entendiendo la necesidad. Y además atacan a problemas grandes como incontinencia la urinaria y fecal y la lactancia materna.
¿Qué consejo les darías a los nuevos emprendedores en salud?
Que trabajen en algo que es su pasión y que se marquen hitos y métricas claras, peldaños para llegar al éxito. Y si fracasan, eso es lo bueno de Silicon Valley, a nadie le importa. Allí creemos que si no has fallado es que no has trabajado en suficientes compañías. Otra cosa es qué consejo dar para conseguir que inviertan en tu empresa. Muchos emprendedores caen en el error de crear un equipo concreto para que inviertan en ellos. No, crea el equipo que tú necesitas y si al inversor le gusta tu idea, ya pondrá a alguien a ayudaros con eso que falta. Al final, lo que hay que saber es que los inversores son conservadores y no quieren ser culpados. No quieren que se les pueda recriminar que han tomado un riesgo innecesario. Eso es todo.
Tú mismo eres un emprendedor. ¿Qué tipo de compañías has creado?
Tengo un par de compañías y consulto con algunas start up. Ahora llevo un par de años desarrollando un dispositivo para tratar el goteo y la congestión nasal propios de las alergias, aunque también es un problema común que tiene gente no alérgica. Es algo debilitante, no es grave pero sí muy molesto, que a menudo la gente no se trata. También creé una compañía para tratar la apnea del sueño, aunque fracasó, y otra en la que trabajo ahora tiene que ver con la salud digital.
¿La salud digital es el futuro?
La gente está trabajando en este campo ahora pero... ¿quién sabe lo que funcionará en el futuro? Hay muchas cosas ahí fuera que no han seguido el design thinking, que están en el mercado sin saber qué necesidad resuelven. Lo mismo pienso del big data o el cloud o el mobile health: habrá que ver una a una las soluciones que se proponen y ver si funcionan pero en cualquier caso, nada lo hace por arte de magia. Y si calan, serán una herramienta más, especialmente el seguimiento y control de enfermedades crónicas.
¿Hay una cierta burbuja alrededor de estas tecnologías?
Podría ser, especialmente en cuanto a la financiación. Pero hay dos cosas ciertas: por un lado si no invierten en esto y no sale al mercado no veremos lo que realmente es útil y funciona. Pero, por otro, no podemos olvidar que la mayoría de médicos están dispuestos en contra de estas tecnologías. La medicina es conservadora. Tendemos a ver muchas novedades pero todo va y viene. Además, estamos entrenados para basarnos en evidencias y es difícil tener buenas evidencias de que estas nuevas tecnologías funcionan.