coordinador del Programa de Terapia Celular (TCUB) de la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona. Ha sido ponente en la jornada técnica "Retos y riesgos de la investigación en terapias avanzadas" organizada por Biocat y el TCUB, el día 20 de enero de 2012 en Barcelona.
Artículo de opinión
Las terapias avanzadas incluyen los medicamentos de uso humano basados en genes, células o tejidos, y esto ha abierto la esperanza para paliar enfermedades que no tienen tratamiento a día de hoy.
Las terapias avanzadas comprenden, pues, tres grandes ámbitos de la medicina: la terapia génica, la terapia celular y la ingeniería de tejidos. Se entiende como terapia génica cualquier medicamento biológico basado en ácidos nucleicos (ADN, ARN...), es decir, lo que conocemos como modificaciones genéticas. La terapia celular es la administración de medicamentos biológicos en el que principio activo esencial contiene células vivas. Las propiedades terapéuticas de estos medicamentos consisten tanto en componentes que secretan las células como en las propiedades curativas intrínsecas de las mismas. En cambio, la ingeniería de tejidos se trata de medicamentos basados en células o tejidos que han sido manipulados para regenerar, restaurar o substituir tejidos, a menudo conocida como medicina regenerativa. Por todo ello, las terapias avanzadas se centran principalmente en enfermedades que afectan sistemas difusos como el inmunológico, diferentes órganos a la vez u órganos como el cerebro que no se pueden curar mediante un trasplante.
El conocimiento, cada vez mayor, de las células madre hace que se abran nuevas posibilidades para el tratamiento de diversas enfermedades. Existen diferentes tipos de células madre, con distintas capacidades de autorenovación y de diferenciación. Las células que conocemos como células madres pluripotentes o embrionarias se obtienen de preembriones humanos, derivados de procesos de fecundación in vitro, que ya no tienen finalidad reproductiva. Estas células tienen una gran capacidad de expansión en cultivo y el potencial de diferenciarse de cualquier tipo de tejido. Sin embargo, las células madre embrionarias también tienen una gran capacidad de crear teratomas después de su implantación, lo que hace que a día de hoy sea muy arriesgado su uso clínico. Actualmente, también se pueden obtener células madre pluripotentes a partir de células adultas, como las células de la piel, mediante la modificación genética con cuatro genes que permiten su reprogramación celular. Estas células, llamadas iPSCs (induced Pluripotente Stem Cells) tienen la ventaja que pueden ser derivadas del propio paciente y evitar así el rechazo en el momento de su reimplantación. Aun así, las iPSC no están exentas de la generación de teratomas, uno de los mayores problemas que comporta el uso de células madre pluripotentes.
Las células madre adultas son las que podemos obtener de ciertos tejidos de una persona. Entre los muchos tipos de tejidos que actualmente sabemos que tienen células madre, las células más estudiadas son los progenitores hematopoyéticos y las células madre mesenquimáticas obtenidas o bien de la grasa, o bien de la médula ósea. De hecho, el autotrasplante de progenitores hematopoyéticos de la médula para ciertos tipos de leucemia es la terapia celular consolidada más aceptada. Actualmente, existen otras terapias consolidadas aceptadas, entre las que destacan la utilización de condrocitos para diferentes afectaciones articulares, la expansión de queratinocitos para la regeneración de piel y la expansión de células madre del limbo esclerocorneal para la reparación de lesiones de la superficie ocular.
A causa de sus propiedades intrínsecas, las células madre mesenquimáticas se han propuesto como medicamento para diversas enfermedades. Las células madre mesenquimáticas secretan entre otros factores, sustancias con potencial inmunomodulador, protector, antiapoptótico y angiógeno. Por ello, su objetivo principal son las enfermedades de carácter inmunológico, incluyendo las autoinmunitarias y las enfermedades inflamatorias. El número de ensayos clínicos que se están llevando a cabo con estas células crece de manera exponencial, a pesar de las pocas evidencias existentes en el uso de células mesenquimáticas para paliar síntomas de ninguna de las enfermedades investigadas. El único ensayo clínico en España que ha llegado a fase III, utilizando células madre mesenquimáticas derivadas de la grasa, es el liderado por el Hospital La Paz de Madrid para el tratamiento de fístulas anales. Desafortunadamente, este ensayo no ha dado los resultados esperados.
Sorprendentemente, aunque las terapias avanzadas son actualmente consideradas medicamentos, el 98% de los ensayos clínicos en España están financiados mediante fondos públicos. El gobierno estatal está invirtiendo en el desarrollo de productos que finalmente tendrán que ser explotados por las empresas farmacéuticas. La producción celular bajo la consideración de medicamento tiene unos costos tan elevados que solo podrán ser sobrellevados por grandes empresas farmacéuticas. La normativa europea vigente implica que, en la mayoría de los casos, las células para uso terapéutico tienen que ser producidas en salas blancas cumpliendo las normas de correcta fabricación (Good Manufacturing Practice, GMP). Todo esto requiere unos sistemas de calidad muy estrictos que generan unos costos muy elevados. Aunque un control sobre la producción celular es pertinente, no se entiende cómo es que estos controles tan severos no son necesarios, por ejemplo, en un proceso de fecundación in vitro en el cual se está produciendo un ser humano a partir de unas células.
Además de estas dicotomías, también nos encontramos con una clara falta de coordinación entre las entidades públicas de España que financian ensayos clínicos y la entidad que finalmente tiene que conceder el permiso para su desarrollo, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS). Mientras que el Área de Financiación de Investigación del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se encarga de conceder financiación para ensayos de investigación clínica independiente con una dotación nada despreciable, 21 millones de euros el año 2011, la AEMPS puede conceder o no el permiso para la ejecución a posteriori. El hecho de que el permiso de la AEMPS no sea requisito indispensable para obtener financiación hace que, en ocasiones, no se puedan cumplir los objetivos para poder desarrollar o para, ni tan solo, comenzar los ensayos clínicos por falta de los permisos adecuados. En el ámbito catalán no existe ningún tipo de organización en este nuevo ámbito de la medicina, ni en el terreno legislativo ni en el de coordinación. Desde hace unos cuantos años, el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya tiene establecido un convenio con el Instituto de Salud Carlos III para potenciar la medicina regenerativa en Cataluña, dinero que va destinado prácticamente en su totalidad al Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB).
Es bien conocido el potencial de nuestro país en la investigación biomédica, con centros como el Institut d’Investigació Biomèdica August Pi i Sunyer (IDIBAPS) o el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IBIDELL), o universidades como la Universitat de Barcelona. De la misma manera, Cataluña es líder en España en ensayos clínicos, teniendo como mejor exponente el trabajo realizado en el Hospital Clínic de Barcelona. Todas estas instituciones se han unido desde hace dos años en un Programa de Terapia Celular (TCUB), que pretende aunar esfuerzos en la investigación y en la aplicación clínica de nuevas terapias avanzadas. Esta iniciativa pionera, así como otros esfuerzos que se están produciendo en nuestro país, demuestran el gran potencial que Cataluña tiene en investigación translacional en este ámbito. Este potencial podría ser mucho más efectivo si se estableciese un marco de coordinación adecuado. El alto coste de la investigación preclínica y clínica, así como la compleja legislación actual, hace necesaria la creación de planes estratégicos y de una estructura de colaboración con la finalidad de hacer más eficientes los recursos económicos que nuestras instituciones puedan destinar a los diferentes centros o estructuras que contribuyan a la investigación translacional en terapias avanzadas.
Acontecimientos como La Marató de TV3, que en su última edición estuvo dedicada a la investigación en regeneración y trasplantes de órganos y tejidos, ponen de manifiesto que la ciudadanía cree en el trabajo de los profesionales de la investigación. Por tanto, ahora es el momento de invertir en el futuro, potenciando la investigación en terapias avanzadas para poder revertirla en la mejora del bienestar de nuestra sociedad.