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Dr. Ramon Pascual

presidente de la Comisión Ejecutiva del sincrotón ALBA


Preside la Comisión Ejecutiva del consorcio que gestiona el sincrotrón ALBA, la infraestructura científica más importante que se ha realizado en el Estado español. Físico de la UAB e impulsor durante casi dos décadas hasta conseguir la instalación de un laboratorio de luz de sincrotrón en Cataluña, el reconocimiento que se merece es como uno de los artífices de este gran proyecto.


Recientemente inaugurado en Cerdanyola del Vallès (Barcelona), el sincrotrón ALBA es la infraestructura científica más grande construida en el Estado español –el edificio de la forma de caracol ocupa 18.500 metros cuadrados en una parcela de 65.000– y la primera de este tipo en el suroeste de Europa. Entrará en funcionamiento a partir de 2011 y permitirá llevar a cabo investigaciones en campos tan diversos como las ciencias de la vida, la química, la física y la ciencia de los materiales.

Con una inversión de 201 millones de euros, que han aportado a partes iguales la Generalitat de Catalunya y el Gobierno español, ALBA ha sido construido por el Consorcio para la Construcción, Equipamiento y Explotación del laboratorio de luz sincrotrón (CELLS).

¿Qué representa para Cataluña acoger una infraestructura como el sincrotrón?

A nivel económico, es con seguridad la infraestructura científica con el presupuesto más elevado que se haya construido nunca en el Estado. Aunque es una inversión importante, se ha realizado un análisis del impacto económico y del coste-beneficio el cual demuestra que es una instalación rentable.

Desde el punto de vista científico, da acceso a los investigadores catalanes y españoles a un conjunto de instrumentos de los que hasta ahora no disponíamos y, por tanto, nos ubica en una situación de competitividad mucho mejor de la que teníamos hasta ahora.

El aspecto social va ligado a la existencia de un conjunto de empresas que trabajan con tecnologías relacionadas con las técnicas de aceleración, que si tienen que mejorar su competitividad pueden tener en nosotros un buen aliado. Está demostrado con estudios económicos, que la gente que trabaja en instalaciones similares a la nuestra después puede aplicar este conocimiento en sus productos, y de ello obtiene beneficio.

¿Qué descubrimientos prácticos se pueden llegar a hacer en el ALBA?

Quien tenga que estudiar estructuras pequeñas encontrará en la luz del sincrotrón una herramienta que, yo diría, no tiene competidor. Desde físicos, biólogos, químicos, pasando por gente de otros mundos aparentemente mucho más separados como pueden ser el arte o los estudios ambientales. Como ejemplo de aplicaciones prácticas que se pueden conseguir, el Premio Nobel de Química de este año se ha otorgado a tres investigadores que han estudiado y aclarado la estructura de una macromolécula fundamental para la vida, el ribosoma, y para ello han utilizado luz de sincrotrón. Otros ejemplos son los dispositivos electrónicos presentes en ordenadores portátiles o teléfonos móviles.

¿Cuántos científicos se podrán beneficiar de esta infraestructura?

La mayoría de personas que utilizan luz de sincrotrón, aquí y en todas partes, son investigadores básicos, que publican los resultados de sus experiencias. En sincrotrones del tipo del ALBA, el número de investigadores empresariales que no publican los resultados de sus experimentos difícilmente pasa del 5%. Y es que para realizar determinados tipos de investigación que hacen algunas empresas, seguramente no les hace falta la luz del sincrotrón.

Por el momento estamos haciendo siete estaciones experimentales, tenemos dos aprobadas y cuatro más que están en proceso de concretar. Para estas siete líneas que entrarán en funcionamiento próximamente, contamos que tendremos unos mil científicos que vendrán a hacer experimentos a lo largo de un año. Serán científicos esencialmente básicos, porque de momento son muy pocas las empresas de este país que han dado señales de estar interesadas en utilizar la luz del sincrotrón.

¿Cómo tienen previsto acercarse a las empresas del sector biotecnológico, biomédico y de tecnologías médicas de Cataluña?

Algunas de nuestras líneas experimentales están destinadas sobre todo a la biología, el estudio de las proteínas y de moléculas interesantes desde el punto de vista médico-farmacéutico. En algunos sincrotrones del mundo existen líneas dirigidas a investigaciones en el ámbito de la imagen médica o de la terapia, pero son muy experimentales, y de momento en nuestro sincrotrón no se ha aprobado ninguna de este tipo. Esto no quiere decir que en el futuro no estén presentes, pero tenemos que construir una línea que responda a las necesidades catalanas y españolas, y es un tema que creo que aún no está maduro.

¿Tienen algún proyecto en curso con estas empresas?

Alguna de las líneas experimentales que tenemos está destinada a estudios estructurales de moléculas, incluyendo virus, proteínas, entre otros, y en este ámbito sí que hay gente interesada en utilizar el sincrotrón. Por ejemplo, existe una línea de cristalografía de proteínas en la que están interesados grupos de biología estructural del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de la Universitat Politècnica de Catalunya o de la misma Universitat Autònoma de Barcelona, y algún laboratorio farmacéutico, que también ha mostrado su interés.

¿Qué diferencias hay entre el sincrotrón ALBA y el LHC de Ginebra?

El acelerador de Ginebra está destinado a estudiar distancias del orden de diez elevado a menos diecisiete metros, es decir, distancias mucho más pequeñas que el núcleo atómico. Lo que quieren es hacer grandes concentraciones de energía para crear partículas nuevas, para reproducir las condiciones de alta temperatura que había en el origen del universo, etc. Nosotros queremos dar luz de sincrotrón a los investigadores que estudian estructuras más grandes, del orden del tamaño de los átomos y las moléculas. Por tanto, los objetivos de ambos sincrotrones son absolutamente diferentes.

¿Qué ventajas presenta el ALBA respecto otros aceleradores internacionales ya existentes?

ALBA tiene la misma energía que el nuevo sincrotrón británico, Diamond; un poco más de energía que el SLS de Suiza y el SOLEIL de Francia, y estamos en la primera fila en a emitancia (característica de la luz que define la calidad de los experimentos que se pueden hacer).

¿Qué coste de explotación supondrá anualmente el sincrotrón?

El sincrotrón está teniendo un coste anual de unos 15,5 millones de euros, y cuando estemos en funcionamiento continuado está previsto que aumente hasta los 21 millones de euros, que representa aproximadamente el 10% del coste del proyecto.

¿Cuánto supondrá su uso por parte de empresas?

Para una empresa que quiera hacer uso de la infraestructura le supondrá unos mil euros la hora. ¡Una hora en la que la intensidad de nuestros rayos X permite hacer muchas cosas!

¿Qué impacto tendrá la situación de proximidad de la UAB en cuanto a oportunidades para los científicos universitarios?

Somos una instalación que está al servicio del país, no sólo de una universidad. La ventaja de la UAB es la proximidad. De hecho, hay muchos departamentos de la UAB interesados, así como el Institut de Nanotecnologia, con los que estamos desarrollando un proyecto conjunto. Pero no sólo lo hacemos con la UAB, sino también con la Universidad de Valencia, con la que estamos desarrollando otro proyecto.

¿Y en términos de empleo?

Tenemos 140 personas en nuestras nóminas, sin contar las personas de empresas adjudicatarias de concursos. Un tercio del equipo son extranjeros –procedentes de 16 países distintos– y el resto se divide entre españoles y españoles que estaban en el extranjero. Según los resultados del estudio económico realizado por el economista José García-Montalvo, el proyecto ALBA genera entre 300 y 400 puestos de trabajo.

 

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