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MONTSE DABAN 


En muchos foros de la rama escucho afirmaciones que hacen que me remueva en el asiento: “Sabemos hacer ciencia excelente pero no innovar”. Esto es algo muy nuestro. Otra: “Nuestro talento se tiene que marchar y no puede volver”. Hago una concesión inicial: nada es perfecto (como afirmaba Màrius Serra sobre Hawaii). Pero, como sentencia una cita probablemente apócrifa atribuida al Capitán Jack Sparrow, “el problema no es el problema, sino tu actitud frente al problema”.

Hablando de talento… los aproximadamente 3.000 investigadores que se doctoraron en Cataluña en 2017-2018 (4 de cada 10, internacionales) han ingresado en un mercado profesional donde la mitad ha escogido hacer carrera académica y la otra mitad carrera empresarial. Un centenar de ellos han hecho directamente un doctorado industrial, la mitad en una pyme catalana. Probablemente encuentren trabajo con una relativa facilidad, ya que 9 de cada 10 doctores trabajan, y muchos de ellos (entre un 60% y un 80%) ejercen haciendo funciones de doctor.

Tanto si se quedan en Cataluña como si se van y después vuelven, podrán ingresar en uno de los cerca de 1.700 grupos de investigación de Cataluña, un 20% de los cuales dedicados a ciencias médicas y de la salud. Pasarán a formar parte así de un colectivo de 28.900 investigadores que, en Cataluña, con una de las cinco áreas metropolitanas líderes en Europa, tendrán el triple de probabilidades de obtener una ayuda del Consejo Europeo de Investigación (ERC) que si van a Suecia.

Por cierto, que los que obtengan una ayuda del ERC probablemente habrán sido antes investigadores ICREA (41%). Remarcable, si se tiene en cuenta que solo 1 de cada 100 investigadores de Cataluña pertenece a esta institución, los investigadores de la cual captan de media cada año 355.000 euros de financiación externa y que 9 de cada 10 artículos que publican se pueden considerar de alto impacto.

Y ya que hablamos de ICREA… en su web dice, textualmente: “Aunque no se espere de un ICREA, puede pasar que encuentre un resultado suficientemente prometedor como para convertirse en una nueva tecnología, difícil de desarrollar sin una gran inversión de tiempo y dinero. En estos casos, muchos de ellos escogen explorar la opción de crear una spinoff”.

Bien, pues cuando los investigadores ICREA deciden emprender, tienen una ratio de éxito muy positivo: más del 50% de la inversión levantada por las nuevas biotecnológicas en terapias de la BioRegión corresponden a spinoffs cofundadas por un ICREA. Parémonos aquí, porque son solo 9 de las 46 empresas biotecnológicas de terapias que hay en la BioRegión de Cataluña. De hecho, desde 2010, de entre las top 10 bitec más invertidas, las 5 que tienen un ICREA detrás han captado el 76% de la inversión. Es decir, estos investigadores de excelencia son, además, excelentes emprendedores.

Hace un par de años leí una entrevista de Roger Gomis, ICREA que lidera el grup de control del creixement i metàstasi del càncer a l’IRB, donde decía que “no se debe tener miedo a enfrentarse a un mundo diferente”. Gomis añadía que el mundo “hay más dinero de lo que parece” para financiar investigación “pero el proyecto debe encajar con sus necesidades”. Una mica en la línea de la cita de Jack Sparrow que comentábamos antes. Fundador de Inbiomotion, Gomis afirmaba que en el mundo de la biotecnología o el diagnóstico, los inversores “están dispuestos a poner dinero siempre y cuando el único riesgo sea el intrínseco de la biología”.

En Cataluña es así, no es extraño que 34 de estas ICREA tengan una ayuda Proof of Concept, que permite a los investigadores que ya tienen un ERC explorar el potencial comercial de su trabajo. Cataluña tiene casi el doble de estas ayudas que Bélgica, más que Italia y Suiza, y casi tantos como Israel.

Los innovadores en Cataluña están ávidos de financiación para, como dice Laura Soucek, “poder traduir anys de recerca en una oportunitat terapèutica real”. Soucek, por cierto, cofundadora y CEO de Peptomyc, spinoff de ICREA y del VHIO, es noticia estos días por su fármaco Omomyc.

Esta avidez de financiación se ve en todas las oportunidades que se abren. Quizá sería necesario urgentemente crear un problema sólido, consistente y sostenible de pruebas de concepto, con financiación público-privada, donde científicos, inversores y las empresas codefinieran objetivos y permitieran fortalecer las plataformas locales de descubrimiento de fármacos.

Quizá tenemos tanto éxito en Europa en este programa Proof of Concept, o en el SME instrument del Consejo Europeo de Innovación (75 M€ captados, 5% de todo el programa, región europea con más captación de dinero para la Fase II de pymes en todo el H2020 para que en los países que ya tienen este tipo de programas no les hace falta ir a Europa a buscar financiación.

Según el Regional Innovation Scoreboard de 2017, Cataluña suspende en gasto en innovación y en innovación interna de las pymes, por ejemplo. Y aprueba en producción, ocupación y exportaciones de muy alta tecnología. No nos falla el talento, no nos falla la investigación y no nos falla la investigación. No nos falla en los sectores de mayor competitividad. Es el modelo productivo lo que hay que cambiar, y sobre todo hay que dejar de decir que no sabemos innovar.

 

Foto: Ana Lora, Creative Commons

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